Por
Oswer Tovar. Cuando
se piensa en el equipo más grande de la entidad carabobeña, se recuerda el
glorioso paso de jugadores que pisaron el césped de aquel significativo estadio
que se encuentra en la parte norte de la Avenida Bolívar de Valencia, desde el
imponente mediocampo como lo fue Alex Salazar hasta el fundamental guardameta Vicente Rosales.
Asimismo,
además de tantos referentes, en el Carabobo Fútbol Club hubo uno que llegó para
hacer historia en el período comprendido entre 2003 y 2008, este es nada más y nada menos que Daniel Delfino, un
artillero argentino el cual se consagró en las filas del granate como el goleador
histórico con 58 tantos, donde colaboraba no solo con aportes ofensivos, sino
que destacó con su juego colectivo para convertir al plantel en una de las
oncenas más temibles de todo el territorio nacional.
Este
delantero centro que se desempeñó en clubes como Banfield, Quilmes, The
Strongest, Deportivo Táchira, Cuenca, Carabobo FC y el Deportivo Italia –por
mencionar algunos– hizo de su
transcurso una verdadera joya del funcionamiento táctico en los lugares que lo
vieron emplear la pelota con mucha energía y determinación, características que
mantuvo en la cancha al aportar así 204 goles, de los cuales 125 fueron en países
como Bolivia, Ecuador y Venezuela y 79 tantos en conjuntos argentinos.
"Haber
pasado por la ciudad de Valencia para mí fue uno de los momentos más lindos de
mi carrera. Realmente cuando estuve, todo el tiempo traté de dar lo mejor,
primero como profesional, que es lo más importante, y después, por supuesto, en
lo deportivo, cualquier jugador de fútbol tratará de hacerlo lo mejor posible.
Muchas veces puede salir bien, otras no tanto pero ya eso es circunstancial.
Gracias a Dios el hincha granate me ha demostrado un cariño inmenso durante el espacio
que estuve y me lo siguen demostrando después de tantos años’’ expresó el referente granate, con ese toque de melancolía que le recordaba aspectos más
allá de lo que se podía ver en el campo antes o después de cada contienda.
Como
una persona que le gusta compartir visiones y anécdotas interesantes, se
describió en cinco palabras claves que dan por hecho la sencillez de este
argentino fanático del Club Atlético Independiente de Avellaneda. ‘‘Soy
una persona exigente cuando tengo que estar en algún proyecto, siempre lo fui laboralmente.
Honesto, me considero una persona así, en todos los ámbitos de mi vida. Tranquilo,
me gusta la satisfacción de no hacer muchas cosas alocadas, simplemente con el
estar en mi casa y disfrutar de la familia, ya eso me pone muy bien. Una
persona de disfrute, me gusta todo lo que puedo hacer, todos los días los
disfruto, independientemente de cómo sea. También con mucha paciencia, un tipo
paciente’’.
A pesar de su particular personalidad
llevadera y apacible, como a todo ser humano, le molestan distintas cosas que
pueden surgir de un ambiente. ‘‘A mí me puede poner de mal humor, sobre
todas las cosas, la agresividad de una persona, que sea de mi entorno o sea
recién integrado, recién conocida, que sea una persona agresiva y altanera. No
va conmigo, no me gusta. Las personas agresivas no van con mi forma de ser’’.
Además
de su pasión por el fútbol, en la cual incursionó desde los 8 años de
edad, Delfino clarificó que el tenis se convirtió en su segundo deporte durante
su paso por The Strongest de Bolivia, por lo que ilustró que la
velocidad, el arranque y la precisión son detalles que le gustaron mucho al
practicarlo por un tiempo de tres meses.
Se
conoce al jugador de fútbol como alguien que tuvo que
sacrificar distintos momentos para enfocarse en el balompié, a lo que el histórico
ex delantero granate expuso que para cumplir su sueño tuvo que hacer lo
necesario.
‘"Yo no diría sacrificar,
simplemente es algo que uno elige. Yo digo que el jugador de fútbol adopta ese
deporte por las condiciones innatas que uno puede tener, pero lo hace, él no te
selecciona a ti, sino tú a él. Es dejar a un lado otras cosas, hacer lo que sea
necesario, pero yo lo diría como dejar todo a un lado por algo que realmente te
gusta con locura y lo haces con mucha felicidad, por supuesto que cuando uno ya
se va haciendo experto, todo es más exigente y bueno, la cosa cambia, pero
tampoco es sacrifico, simplemente es enfocarse y mirarlo de otra manera", reforzó.
Corría el año 1988. Muchas
cosas sucedían en la cabeza de ese joven que buscaba una oportunidad más que
precisa para poder demostrar todo su potencial al tener un balón entre sus
pies. Y sí, llegó dicha ocasión. El CA Banfield obtuvo los derechos de su ficha
en un tiempo en donde la Primera División de Argentina le proporcionaba la
emoción de poco a poco ir a adquirir a base de experiencia ese gran sueño y
esas metas que él siempre quiso lograr.
‘‘Mi primera pelota me la regalaron a los 2 o 3 años y me llevaba a la
cama, dormía con ella. Empecé a caminar y comencé a jugar con la pelota. Ya a
los 8 años, en mi época, podíamos jugar en la puerta de la calle, era jugar
continuamente, desde que llegaba al colegio hasta las 8 de la noche. Desde ese
momento sabía que quería ser un jugador de fútbol capacitado’’ recordó con un ligero brote de
risa al contar esa anécdota que lo trasladó hasta su niñez, la cual no quedó en
vano por el paradigma que representó en su historia.
Como hombre devoto a su familia,
asumió muchas cosas que deparan la preparación física y mental que
conlleva el deporte más hermoso del mundo y, ciertamente el sentimiento de
querer ayudar, de tener un apoyo incondicional de personas que puedan aportar
con esperanzas para ti no tiene precio, por lo cual detalló el proceso en que le comentó a sus seres queridos
su deseo de ser futbolista profesional
‘‘Los de mi familia fueron los
primeros en siempre estar, desde muy chico. Yo a los 16 años estaba en el 3er
año de bachillerato y le comenté a mi mamá y a mi papá que no quería estudiar
más, que quería dedicarme a jugar al fútbol. Tuvimos una charla y ellos me
pusieron una posibilidad de que me iban a dar un tiempo probando y si veían que
era realmente responsable y disciplinado con el fútbol, no había ningún
problema, que podía terminar secundaria, y así fue. A esa edad me dediqué de
lleno a mis entrenamientos, ya lo hacía antes, pero por supuesto yendo a
secundaria; se me complicaba mucho con el tema de los horarios y todo eso
influyó y no me gustaba el tema del colegio, pero por otro lado estoy
agradecido con ellos por todo el apoyo que me dieron en esa decisión", narró.
Delfino
tuvo una carrera que, muchos en estos instantes, desearían al cosechar premios
individuales a base de sudor y mucha genialidad y ganarse así la bota de oro de
Bolivia en The Strongest con 28 tantos, ser el goleador en la liga venezolana
con Carabobo FC marcando 19 goles y además convertirse en el anotador histórico
del bando con 58 dianas oficiales en más de seis temporadas desde el 2003 al
2008 vestido de la camiseta de la ‘‘Vinotinto Regional’’.
Su llegada a la institución
granate no fue exactamente la mejor, ya que venía de lesionarse el Tendón de Aquiles y de disputar únicamente cuatro
encuentros en el Deportivo Táchira, a lo que el argentino relató los primeros contactos
que tuvo con el club.
‘‘Yo llego en el 2003 y mediante
un amigo, me contacté con Manuel Plasencia, de la dirigencia allá en el Misael
Delgado, quienes estaban interesados para que fuera, lo cual no dudé porque era
una buena posibilidad. Ahí yo no conocía a nadie, creo que fui el primer
extranjero que ingresó, después comenzaron a llegar unos argentinos más, pero
yo no conocía a nadie realmente, enseguida apenas llegué, me complementé muy
bien con todo el grupo, con el ‘Choco’ Giraldo, con Jonathan Laurens, Antonio
Steimbach, que lo tuve de compañero en Táchira, con Vicente Rosales, también estaba
el uruguayo Parra e hicimos un grupo espectacular que, a la larga, tuvo sus
frutos’’.
Por lo general, el torero es aquel sujeto
que se encarga de poner el toque decisivo y distintivo en una plaza de toros y,
aunque en el fútbol el término ‘‘Matador’’ se use muy poco, lo cierto es que
este entrañable atacante de la parte donde el cielo es más celeste y el sol más
brillante se ganó con creces dicho apodo dentro de las instalaciones del ‘‘Gigante
de la Bolívar’’.
‘‘Me
decían ‘El Matador’ me lo puso Jonathan Laurens, siempre me decía así por mis
cualidades de ataque y con los muchachos siempre fue de esa forma cómo me
llamaban. No tenía rituales ni nada parecido previo al partido, simplemente me
enfocaba y me concentraba en lo que podía hacer, en lo que podía aprovechar y
en lo que no, en la parte táctica, la técnica".
Para Delfino la pasión por
el fútbol no acaba, debido a lo cual certificó que lo que más extraña de ser jugador es ir a los
partidos, sentir la presión que significa estar en un vestuario y de compartir, por supuesto, con sus compañeros en la previa de un compromiso con ese cándido sentido familiar que unía a todos en aquel bello estadio.
Alguna vez un divertido y carismático poeta dijo ‘‘la
victoria es para gigantes la cual es denominable con el lujo; un sueño que no
cualquier persona, en su simple mortalidad, porque los errores son
característicos de la naturaleza humana, puede lograr’’. Hoy más que
nunca la historia apremia a aquellos gigantes que con sencillez, humildad,
valor y colectividad casi innata lograron cosas que muy pocos pueden lograr.
Esta es la
vida de un jugador argentino que no solo obtuvo uno que otro reconocimiento en
distintas ligas a nivel continental con más de 200 goles marcados como
profesional, sino que también se ganó el corazón, el sentimiento y el alma de
toda la fanaticada y de todo el conglomerado que conforma al Carabobo FC, como
un delantero incansable en su tarea de batir el arco y de darle honra a esta
prestigiosa institución.